Vuelo de polilla

Madres, hermanas, tías, primas, todas revoleteaban alrededor de hermosas farolas que alumbraban el parque por las noches, todas menos ella.

-Hija ¿Por qué no gozas del amor que nos brinda el calor de la farola? Todas tus hermanas ya tienen señales de las quemaduras en sus alas.

-Estoy enamorada de la luna. -Respondió la joven polilla-

-Hija, la luna es imposible de alcanzar, nunca te brindara su calor, nunca te marcara.

La hija no entendía razones y todas las noches, mientras el resto de polillas se conglomeraban en distintos puntos de la ciudad para danzar alrededor de las farolas, ella se elevaba hacia el cielo con la esperanza de alcanzar la luna antes de tener que volver al hogar.

El tiempo pasó y la polilla dejo su casa, su mundo. Gozando de su ansiada libertad la polilla surcaba el cielo lleno de estrellas y cada noche era capaz de llegar un poco más alto. La polilla descansaba durante el día en las gotas de lluvia que se formaban en las nubes y en las noches seguía en su maravilloso vuelo hacia el astro que era la razón de su vida.

Una noche el viento converso con la polilla.

-Pequeña, ya nada tienes en este mundo. Tu familia ya no pertenece a este plano, todas tus hermanas fueron abrazadas por el objeto de su amor. Murieron felices porque alcanzaron lo que deseaban; pero tu ¿Qué has alcanzado?

La polilla no le respondió al viento pues ella sabía, en su corazón, que el objeto de su amor le había dado mucho porque cada noche con el corazón hinchado de gozo ella veía a la ciudad como un punto lejano de tenue resplandor que en nada igualaba al cuerpo celeste.

El viento ceso sus objeciones y la polilla, de cara hacia la luna y envuelta en toda el aura de su encanto, dejo de volar. La polilla empezó a flotar y en un segundo eterno de magia se comunico con la luna y después expiró.

El viento ahora mece suavemente al cuerpo de la polilla para que descanse eternamente bajo la luz de la luna.