Mundo de cerdos hechos dioses, mundo de deseos, lujuria, y adicción que vuelven necesarios a cualquier objeto o bestia. Rodeados de dioses falsos y de su brillo flamígero los ojos se cansan y dejan de discernir. La vista cede y otros sentidos se activan. Sonidos, olor, gusto, tacto, festín para la carne y su deseo de piel.
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