Acerca de princesas y sapos

Había alguna vez una joven princesa –porque princesas son todas, sin necesidad de mansión- que acurrucada en su humilde morada, al costado de la cama y viendo la lluvia caer soñaba con el entrañable príncipe azul que la sacaría de esa monotonía que era su vida, aquel que al compás de las trompetas y el trinar de los pájaros le mostraría el lado rosa de la vida.

Y los años pasaron y un guerrero llegó; pero el guerrero no tenia espada ni experiencia, solo ganas [y un porte vigoroso] de demostrarle que la monotonía podía cambiar. De esta forma la princesa conoció el placer y sus mejillas se encendieron de candor. Tiempo pasó  y aunque no hubo Dragón malo que malogre las circunstancias, el corazón de su amado –ahora canalla- se alejo y la dejo.  

La princesa –en la nobleza de su título- saco coraje de sí misma [porque el hada mágica nunca le dejo nada realmente útil] y siguió con su camino. Si, ella se dio cuenta de que el mundo no era color  rosa; pero ¿Quién quería eso ahora? Rojo pasión, azul frialdad, amarillo vida, negro muerte,  blanco pureza y demás matices le dieron más valor al lienzo en el cual se pintaba su vida.  

Sin embargo, a pesar de todo,  algo seguía mal. Ella, princesa y heredera de todo un reino, se dejo engañar por un [tal vez varios canalla, un mal nacido que no era digno de decirse “príncipe” y tal vez ni de decirse “hombre” y es acá cuando ella dijo: Busco y no encuentro; pero ¿Qué busco? Si, recuerdo, recuerdo mis sueños. Quiero a un príncipe para protegerme, lo anhelaba para poder vivir felices para siempre; pero  ¿Acaso solo él debe pelear contra los dragones? ¿Acaso solo puedo viajar  al lado suyo? Aquí estoy yo, con dos manos y dos pies. 

Tal vez no tengo la misma fuerza que él para levantar la espada; sin embargo ¿No hay Arcos y flechas a mi disposición? ¿No son armas también?  Y el mundo, rosa no es. Se –ahora- que es mucho, mucho más hermoso de lo que pensaba.  Sí, hay momentos oscuros; pero con las armas adecuadas podré combatirlos.

Y fue en ese momento en que ella empezó a vivir por si misma y es ahí donde está el verdadero “felices para siempre”. Si es que encontró a su verdadero príncipe azul, a su verdadero guerrero, compañero y amante, no lo sé. No me contaron esa parte; pero creo que no lo hicieron porque la felicidad no depende de otros. Tendré que preguntarle a la princesa…

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